Alucinado con la imagen que tenía frente a él buscaba algún punto de partida para dar comienzo al ritual que satisfaría su ya coloso deseo. Hizo un lugar entre aquella pequeña habitación para poner todo en orden, coloco a la inerte belleza abierta sin cubrir los espacios que no daban al suelo. Nuevamente dio un pequeño paseo de seguridad alrededor de su apartamento, al completar el recorrido cerró la puerta y se detuvo nuevamente a apreciar aquella figura que siempre quiso, cuido y amo hasta el más mínimo musculo de su ser, aquel amor era lo que detono su pasión, mezclando su búsqueda del placer y un sentimiento profundo de afecto. Tomo sus improvisados utensilios para la ocasión y comenzó a ejecutar una pequeña melodía que se traspasaba a la piel de su víctima, trozo a trozo se llevaba la carne a su boca, siendo interrumpido frecuentemente por grandes capas de grasa que enérgicamente removía para ver relucir al final un magma carnal lleno de suavidez. Todo lo valía.

Las mañanas no son iguales sin poder ver a su amada, no está seguro qué es más grande, su tristeza de perder aquel hermoso ser o la satisfacción de llevarla dentro de él hasta la muerte.

Y sumergido en la curiosidad se pregunto ¿y si yo fuera el ser buscado por el amor incondicional de alguien más?