Las cortinas se movieron a los rincones permitiendo a la nueva luz entrar como ha sido establecido por el ciclo normal. El amanecer lo encuentra con sus ojos en las rodillas, van tres noches esperando que algo lo paralice pero solo su respiración se mueve por la noctambula habitación.

Miremos el génesis.

|Dentro de su soledad y reflexión inaplicable oyó una lengua pesada dejarse caer en los tablones del piso, sus músculos internos temblaron aquel día y no volvió a dejar de pensar en la opción que dentro de su aislamiento no estuviera solo. El dormitorio siempre accesible en su totalidad visualmente paso en unos momentos a bloquear el alcance y a expandir sus dimensiones llenándose de pequeñas siluetas en los extremos. Nadie entraba, solo brazos recibían y entregaban los pedidos a aquel refugio modificado especialmente para mantener fuera las necesidades del mundo. No podía entender que pasaba, quien era aquel que osaba interrumpir su tranquilidad, no podía vivir sabiendo que sus pensamientos pertenecían a otro.|

Era el medio día y sus gritos alertaron a su conciencia de que no estaba bien, no era ese tipo de persona, pero que más hacer si el tiempo perdido no se podría recuperar, solo tratar de sacar a las endemoniadas sombras que urgían su ser.
El miedo llego, no como intriga sino como preocupación, ¿Qué haría con todos los pensamientos perdidos, olvidados? Maldijo a la sociabilidad, rompió porcelana y cayó. Solo las arañas lo escucharon y al anochecer sus pupilas enfocadas en sus rodillas no lloraron.